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Gerhard Mornhinweg por Cuturrufo: “Cristián se paraba con cualquiera, no se achicaba con nadie”

En conversación en Radio Usach, el músico, y director de la Conchalí Big Band, se refirió a la figura y talento de su amigo, y valoró la versatilidad que tenía como músico compartiendo escenario con los grandes del jazz.

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  • Viernes 19 de marzo de 2021 - 18:12

Pablo Medel

El destacado trompetista chileno de jazz, Cristián Cuturrufo, quien estaba internado en la Clínica Las Condes, falleció este viernes debido a complicaciones derivadas del COVID-19.

Durante su carrera, Cuturrufo fue autor de 10 discos, el último de ellos: “Socos”, lanzado en 2019. Su última aparición pública fue a inicios de marzo, cuando participó del lanzamiento de la campaña del periodista Patricio Fernández a la Convención Constitucional.

Esta tarde en Escena Viva, Gerhard Mornhinweg, destacado músico y director de la Conchalí Big Band, quien conocía a Cuturrufo desde los 14 años habló acerca de su amigo. “Conozco a Cristián desde hace 35 años cuando él era estudiante de trompeta en La Serena, un muchacho de melena que tocaba increiblemente la trompeta. Desde entonces que éramos amigos, fue un tremendo aporte desde lo musical. Habíamos conversado de hacer planes para este año, es una tremenda pérdida para Chile”, comparte.

Sobre la figura de Cuturrufo en la escena del jazz, Gerhard sostiene. “Cristián se paraba con cualquiera, no se achicaba con nadie. Tenía momentos de lucidez impresionantes, tocaba frases sobre el escenario que nadie se quería mover de su asiento. Se dio el lujo de tocar con grandes visitas internacionales, era único”, afirma.

“Cutu tocaba lo que quería, a diferencia de otros que tocan lo que pueden. Desde que partió con sus estudios en La Serena, siempre exploró, tocaba en formatos diferentes, con músicos diferentes, y siempre salía airoso”, agrega.

Finalmente, puso de relieve a toda una generación de la cual tanto él como Cuturrufo pertenecen. “La generación de Cristián, que es la mía porque nacimos el mismo año, nos fuimos haciendo con lo que había. No existía academia en esos años, y nos tuvimos que hacer a la mala, era armarse a la patada y el combo. Yo me tuve que robar un método de armonía, fotocopiarlo y luego devolverlo porque nadie los prestaba”, cuenta Gerhard Mornhinweg.

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